Dequení destaca el Día mundial contra el trabajo infantil y promueve mayor conciencia para erradicarlo de aquí al año 2025
10 junio 2019“Ellos son mi vida, la razón por la cual yo me muevo día a día”, Don Gervacio, un padre que nos inspira.
16 junio 2019El grado en que un niño o una niña pueden disfrutar de su niñez depende, en gran medida, del cuidado y la protección que recibe por parte de los adultos.
Reflexionando sobre las razones por las que se interrumpe el disfrute de la niñez vemos que el número de niños y niñas que sufren las consecuencias de la mala salud, la malnutrición, la exclusión de la educación, el trabajo infantil, el embarazo precoz y la muerte violenta se van acrecentando día a día a nivel mundial y en particular en nuestro país.
Si hablamos del escenario de trabajo infantil, y más aún en las calles o zonas con poca protección, ocurre que los niños padecen de mala calidad alimentaria, falta de salubridad y sobre todo experiencias negativas que pueden acarrear consecuencias a largo plazo tanto físicas como mentales.
Una de las causas de mayor impacto en el crecimiento y desarrollo que sufre un niño o una niña es a consecuencia del «Trabajo Infantil», la mayoría de las veces impuesto.
Un niño con buena alimentación tiene menos posibilidades de sufrir trastornos nutricionales, anemia, sobrepeso, obesidad, caries dental y problemas de aprendizaje escolar. Igualmente, una alimentación correcta contribuye a la prevención de ciertas patologías en la edad adulta como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión arterial y algunos tipos de cáncer.
Está demostrado que la alimentación y los hábitos dietéticos tienen una gran influencia sobre la salud, no solo a corto sino a largo plazo. Diversos estudios han puesto de manifiesto que muchas enfermedades del adulto pueden tener su origen en la infancia. Es precisamente en esta etapa donde se configuran los hábitos alimentarios, que casi con seguridad, van a perdurar en la etapa adulta.
Por ello se considera una etapa muy sensible a cualquier carencia o desequilibrio, ya que podría comprometer tanto el crecimiento como el desarrollo armónico deseable para las niñas y niños tanto físicos como mentales.
En la edad preescolar y escolar, las tasas de crecimiento físico son muy estables y los cambios corporales se efectúan de manera gradual. Las modificaciones en la composición corporal son evidentes, se almacenan reservas para afrontar el segundo brote de crecimiento y los índices de crecimiento varían de manera significativa.
Así pues, se alude al trabajo que es peligroso y perjudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño, que interfiere con su escolarización puesto que les priva de la posibilidad de asistir a clases; les obliga a abandonar la escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que insume mucho tiempo. Y mucho peor la ausencia en la casa, donde debería recibir la educación, el amor, contención y alimentación de calidad. Y, esta demás citar que además enfrentan, mayor exposición a situaciones de violencia, maltrato, abusos sexuales y consumo de sustancias adictivas.
Todos los niños deberían tener mayores posibilidades de crecer sanos, recibir educación, estar protegidos y tener la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
Dra. Cayetana Núñez de Peña Pediatra –
Catedrática de la Universidad Nacional de Asunción