
«Sabemos ayudarnos»
19 mayo 2015
Banco Familiar va a la Escuela con Dequení
29 mayo 2015“Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por la calle,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate,
… de otro modo es absurdo,
ensayar en la tierra la alegría y el canto,
porque de nada vale si hay un niño en la calle”.
Me contaba emocionado Ricardo Franco, uno de los jóvenes fundadores de DEQUENÍ, que hace algunas semanas “Marcial” lo había estado buscando afanosamente. Para ello, un domingo fue a misa a Caacupé. Recordaba que Mons. Claudio Giménez le había dado la Primera Comunión y, seguramente le podría dar información. Se acercó al final de la misa, charlaron y le contó al obispo: – Hace 25 años que le busco a esta gente. Dónde puedo encontrar a Eduardo Franco, Carmen Ruiz, Cristina, Ida, Oscar, a todos. Gracias a ellos yo soy lo que soy ahora.
Monseñor le dio el dato preciso para encontrarlo. Unas horas más tarde, Marcial y su señora, llegaban a la Casa de los Salesianos de Ypacaraí, donde Franco participaba de un Congreso. Minutos después se abrazaron ambos, muy impresionados. “Vengo a agradecerte a vos, y a Dequení”. “Cuando yo tenía 7 años Uds. me encontraron en Calle Última vendiendo diarios y me dieron una invitación. Fui a Dequení, aprendí los primeros pasos del oficio de mecánico, me buscaron un trabajo como ayudante, me encontré con otros compañeros. El partido de fútbol, las meriendas, la catequesis, la galleta, el chocolate, me marcaron y me dieron mucha fuerza… y fue mi momento clave de salir adelante”.
Marcial hoy tiene una familia, un taller propio y repara camiones, su esposa lleva la contabilidad. Venía a agradecer a todos, porque le habían cambiado la vida.
Esa mirada preferencial de Jesús por sus hijos más pequeños y débiles, es la que mueve hace 30 años a un grupo de jóvenes en torno a esta obra solidaria para superar su situación de pobreza. “Vivíamos en la calle, le sacábamos de la casa de juegos y de los burdeles… y los llevábamos a DEQUENÍ”.
La pequeña semilla hoy, llega a más de 10.000 beneficiarios en las ciudades y en el interior del país, con foco y atención integral a la primera infancia, protección a la niñez, familia y centros comunitarios. Suman empresas, miles de voluntarios, y en ocasiones todo el país a sus caminatas, para hacer visible esta situación de niños en riesgo, que es preocupación de todos.
Dejad que los niños vengan a mí, es más que un llamado, un grito del Señor, que quiere verlos crecer con vida abundante. Sabemos que el alimento, el estímulo, el cuidado amoroso en la primera infancia son esenciales para que se desarrollen las neuronas y el cerebro para aprender; pero nos falta comprometernos todos los líderes para que nuestros niños y jóvenes estén contenidos, apoyados, alimentados con nutrientes para el cuerpo y… el alma.
En ADEC, sentimos alegría y orgullo por esta obra, y desafiamos a seguir sumando como nos invita el Maestro, porque de nada vale si hay un niño en la calle.
(*) Grupo Musical “Calle 13
Carmen Cosp
Presidenta
ADEC