
Con la Alfombrita Viajera estoy aprendiendo como cuidar de mi hija” Mónica, mamá de Jazmín
22 diciembre 2020
“Lo más duro de este año fue separarme de mis amigos” Leonardo, estudiante
5 enero 2021La pandemia vino a cambiar los planes, sueños y esperanzas de muchos docentes y estudiantes. Fue un año atípico para la Educación, en el cual los profesores transformaron sus hogares en escuelas y sus pizarras fueron las pantallas de computadoras y celulares; tuvieron que adaptar su forma de enseñanza al nuevo modo de vivir, habituándose rápidamente al ámbito virtual.
“Como maestra tenía organizado y planificado todo para iniciar este año escolar. Iniciamos las clases con ganas, alegría y muchas expectativas. Los horarios de entrada de clases, el uniforme prolijo y mi tiempo planificado para dar lo mejor de lo mejor. De pronto, una tarde de marzo, todo cambió con un decreto presidencial; la orden era: “quedarse en casa” y pensamos que solo serían unos días” cuenta Elisa, docente.
El panorama era incierto y los profesores tuvieron que buscar alternativas para no dejar sin el aprendizaje a sus estudiantes, era momento de recorrer un camino de nuevas experiencias que implicó caer y volver levantarse una y otra vez.
“Al principio no comprendía muy bien lo que pasaba, me sentí confundida y atemorizada, me puse a reflexionar y quería evadir la realidad. Esta realidad me llevó a trasladar la escuela a mi casa, abriendo las puertas de mi hogar a mi familia escolar para seguir con todo lo planeado. Cambió nuestras vidas, cambió nuestra mente, nuestro ritmo y empezamos a adaptarnos a la tecnología, por ejemplo”
Seguir aprendiendo no fue tarea sencilla, en especial para las comunidades más vulnerables. Por un lado, los profesores reaprendiendo a hacer uso de la tecnología, adecuando sus clases y horarios. Por el otro lado, los estudiantes con ganas de seguir dando clases, pero limitados por los recursos en muchas ocasiones y familias que no tenían siquiera el pan cotidiano. Conscientes de aquella necesidad imperante, directores y docentes buscaron otros medios para hacer llegar las tareas a sus alumnos y al mismo tiempo con las familias, se movilizaron con las ollas populares.
De esta manera se fueron sumando numerosas acciones que reflejaron la vocación de muchos docentes y la constancia. Ejemplo de esto son los docentes que como Epifania, no bajaron los brazos: “Nuestra comunidad es pobre pero millonaria en solidaridad” nos dice Epifania, docente.
“Las familias con las que trabajamos son de muy escasos recursos económicos y con la llegada de la pandemia se enfrentaron a mayores desafíos, ni que decir los niños y niñas. Con los profes les acercamos hasta sus casas fotocopias de tareas y/o materiales. El sistema de teletrabajo no es posible porque los padres no tienen celulares” agrega.
Si bien todavía existen un sinfín desafíos para el año entrante, celebramos los logros alcanzados y el espíritu de perseverancia de cada una de las familias, docentes, estudiantes y toda la comunidad educativa.
Confiamos y creemos en una educación accesible para todos como causa urgente.
La Fundación Dequení llega a 45 escuelas públicas con su programa Arandu Mbarete que tiene como objetivo mejorar la calidad de la educación en el nivel inicial, primer y segundo ciclo de la Educación Escolar Básica (niños de 5 a 17 años), involucrando activamente a la comunidad educativa.
En el 2020 además de continuar este proceso de fortalecimiento en la distancia, a través de contenidos digitales y radiales para llegar a todas las familias de sus proyectos, Dequení colaboró con materiales educativos para los docentes y brindó contención en dichas comunidades, apoyando sus ollas populares y haciéndoles llegar kits de alimentos.