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24 enero 2022El proyecto Emprender Mi Vida Joven de la Fundación Dequení trabaja con adolescentes de diferentes comunidades en el desarrollo de habilidades como: el autoconocimiento, creatividad, el trabajo en equipo, la adaptación al cambio y el autocuidado. Los animadores socioculturales de la fundación llegan hasta las escuelas y colegios públicos donde brindan charlas y acompañamiento a los adolescentes en sus planes de vida.
Este segundo año de pandemia significó para muchos jóvenes, el desafío aun mayor de readaptarse a la falta de interacción social con sus pares. El saber que sería un año más con una dinámica educativa que los llenaba de incertidumbre; no fue fácil sobrellevar.
Sin embargo, los frutos de Emprender Mi Vida Joven se hicieron visibles en pequeños y grandes cambios, a pesar del distanciamiento y las dificultades para seguir aprendiendo en la virtualidad. Los jóvenes pusieron en práctica su capacidad de resiliencia, pudiendo así aplicar lo que asimilaron en las charlas del proyecto.
Si bien este año, las clases no fueron presenciales en su totalidad, la fundación estuvo cerca de cada adolescente de manera digital y radial a través de los programas interactivos emitidos en las radios comunitarias de Ypané, Nueva Italia y Fernando de la Mora, también proveyéndoles materiales educativos, entre ellos: la bitácora; donde plasmaron todas sus experiencias, pensamientos y planes a corto y largo plazo.
Al cerrar el año 2021, los participantes se encontraron nuevamente con sus animadores en los “intrasafaris” de Dequení, en los cuales tuvieron la oportunidad de compartir con sus compañeros y comentar lo que escribieron en sus bitácoras.
Esto es lo que refleja Emprender Mi Vida Joven en la vida de cada uno de ellos:
Para Antonela, la pandemia impactó su manera de ver y disfrutar de la vida. Pasar tiempo con sus compañeros y marcar experiencias eran parte fundamental de su día a día y asegura que después del encierro ya nada fue igual. Emprender mi Vida Joven dejó una semilla en su forma de manejar sus emociones y asegura que todo lo aprendido le sirvió para no decaer y ver el lado positivo de la situación.
“En esta pandemia descubrí lo más fuerte de mí, pero a la vez la peor parte porque afectó mucho en mi estado ánimo. Pero luego vi todo con más positivismo, tratando de sacar lo más hermoso de la vida. Ahora que vuelvo a ver a mis compañeros me siento muy contenta porque vuelvo a interactuar con ellos y me distraigo; esa parte más feliz de mí, volvió otra vez.”, comparte Antonela del Colegio Juan Pablo II.
Así también Emmanuel del Colegio San Blas expresa los cambios que él notó en sí mismo:
“Era muy difícil aprender sin tener un profesor ahí cerca que te esté guiando todo el tiempo, sin poder preguntar y que te responda al instante, pero yo no me quedé ahí, sino que busqué una solución. Me abrí más a los demás y pregunté a otros profesores que tenía cerca cuando no entendía sobre alguna materia, me acerqué más a mis parientes que son docentes y así iba sobrellevando lo que no comprendía en el momento. Esta dificultad de no estar en aula, muchas veces también me llevó a querer dejar de estudiar, pero yo mismo nuevamente me motivaba para no perder fuerzas. El tiempo fuera del colegio también me ayudó a aprender muchas cosas, a ser más independiente y buscar alternativas”
Emprender Mi Vida Joven llega actualmente a escuelas y colegios públicos de San Antonio, Ypané, Nueva Italia y Fernando de la Mora, orientando y acompañando a los participantes en sus planes de vida, además de motivarlos en sus tareas escolares.
Para conocer más y/o apoyar dicho proyecto, contactar con Mónica Romero, gerente social de la Fundación Dequení, mromero@dequeni.org.py